La música alegra el espíritu, calma la inquietud y nos transporta a otras dimensiones, paisajes y espacios. Es una forma de expresión natural en niños y niñas, que desde pequeños siguen ritmos, imitan movimientos y sonidos. Sólo hay que mantener este estímulo a lo largo de la crianza e incorporarla como una herramienta de comunicación, aprendizaje y expresión.
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